Oh, glorioso apóstol San Judas Tadeo,
Santo poderoso y lleno de misericordia,
Tú que nunca dejas sin respuesta a los que claman a ti en su desesperación,
y que, con tu inmensa bondad, guias los pasos perdidos.
Hoy acudo a ti, San Judas, con el corazón humilde,
pues anhelo cultivar la virtud de la humildad.
Siento la necesidad de reconocer mis limitaciones,
de desprenderme del orgullo y de aceptar mi condición humana.
Te ruego que ilumines mi camino,
que me enseñes a ver la grandeza de Dios en las pequeñas cosas,
y que me des la fortaleza para aceptar mi lugar en el mundo.
Muéstrame, con tu ejemplo, cómo despojarse del egoísmo,
para servir a los demás con amor y sencillez.
Te pido que me ayudes a reconocer las cualidades de los demás,
con amor y sin envidia ni comparaciones.
Enséñame a mirar más allá de la apariencia,
y a ver el corazón bueno de cada persona.
San Judas, Tú que conoces lo más profundo de nuestro ser,
me has permitido sentir y comprender el anhelo de mi alma,
en la búsqueda de esta noble virtud.
Te prometo meditar tus enseñanzas,
y en cada día hacer de la humildad mi escudo y mi orgullo.
Por tu divina intersección, San Judas, Amén.
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